domingo, 28 de febrero de 2016

Laberinto

Comprendí que el tiempo pasa y no nos podemos detener a pensar dos veces lo que queremos, que siempre lo mejor es responder al instinto, que somos dueños de cada instante en que decidimos ser o no ser, seguir o parar, rendirnos o luchar. Comprendí que un "para siempre" es mucho tiempo y que todo llega cuando tiene que llegar y se va cuando ya no hace falta y simplemente sobra, aunque a veces se tiene que ir porque en realidad no alcanza. Entendí que un " te quiero" puede curar una herida abierta y un "te amo", tal vez, un corazón; que los abrazos no se piden, se dan y que estos son más lindos cuando se reciben; que las palabras no son la prueba de un sentimiento ni de una verdad y que un hecho dice más de lo que podemos escuchar; que las mentiras no sólo tienen patas cortas sino que detrás de ellas hay un par de mentiras más. Comprendí también que perdonamos cuando algo ya deja de importarnos y con ese perdón comprobamos que aquello que nos hacía mal ya no nos lastima; que los besos son más sabrosos cuando se dan con amor y que el mirar a los ojos es una forma de saber confiar. Comprendí que un amigo es aquel que te reta por tus errores, no el que los justifica, no es aquel que sólo te abraza cuando estás feliz, sino el que también te da golpecitos en la espalda cuando tus ojos desbordan de lágrimas; que cuando alguien te falla valoras más a quien nunca lo hizo, y que las decepciones son más que las buenas sorpresas. Entendí claramente que no vale la pena querer ser el mejor cuando el mejor no existe si no sos la mejor persona con los demás. Aprendí que el amor es efímero y que a medida que crecemos nos vamos poniendo más exigentes, que de nada vale amar si no lo haces con locura, entendí que cuando te sentís sólo hay más de una persona que está con vos cuando crees que no hay nadie,  y que el apoyo de una familia es el mejor regalo que te puede dar la vida. Comprendí que una sonrisa que no se puede aguantar esconde una verdad que no queremos admitir pero que está latente en nosotros. Aprendí que la distancia no desgasta un sentimiento, que los años no vienen solos y que a medida que vas creciendo te vas haciendo más fuerte o más vulnerable según tus experiencias. Entendí que la gente muchas veces no sabe ponerse en tu lugar porque simplemente tu lugar ya está ocupado por vos y entonces es un poco difícil pretender que nos comprendan. 
Entendí que las personas son rompecabezas que nunca terminamos de armar para poder ver finalmente como son con sus piezas en su lugar correspondiente, y que hay piezas que tal vez jamás llegaremos a encontrar; que tenemos tantos defectos como virtudes y que debemos aceptarnos y querernos imperfectos como somos, no se puede pretender cambiar lo que nació así ya que cada uno tiene su esencia que lo hace único. Entendí que la vida es un laberinto que nos confunde  tratando de que seamos capaces de encontrar el camino cuando nos sentimos perdidos y nos presenta obstáculos para comprobar qué tan buenos somos superándolos, que finalmente la clave del éxito está en la perseverancia de quién busca triunfar y que la felicidad no existe si no es compartida.


Chari Ahumada.-

martes, 16 de febrero de 2016

Barrilete

No había excusas para justificar ese amor que me provocaba un tipo de escándalos no tan frecuentes en mi, un quilombo que me desorganizaba todo aquello que usualmente permanecía en su lugar correspondiente, las palabras, los sentimientos, emociones, pensamientos. Estallaba de ira de amor, de dolor, de un tipo de bronca que sólo siento cuando te quiero y te odio, cuando te miro y te ignoro, cuando te deseo y te lloro. Ese amor tan contradictorio que de tristeza se alimenta, ese amor que es más fuerte que un tornado pero más débil que una hojita de cualquier planta de cualquier árbol, de cualquier flor. De esas flores con aromas impresionantemente hermosos que cuando la querés tocar te pinchan los dedos con esas espinitas que no podemos ver pero están ahí defendiendo a la flor de nosotros. Esa imposibilidad de tenerte sin que me lastime tu presencia, esa imposibilidad de ser felices, porque ni vos ni yo sabemos cómo pilotear ese barrilete que encontramos hundido en algún lugar del mundo que probablemente ya no te acuerdes, y lo arreglamos los dos para hacerlo volar otra vez en ese cielo interminable de espacio lleno de obstáculos por superar, de ese cielo que en su inmensidad cabía nuestro amor tan cobarde, lleno de dudas y miedos. 
No supiste cómo hacer para quererme como se quieren a las personas que aparecen inesperadamente en una vida desorientada y decaída, no supiste tomarme de la mano para llevarme con vos a la plaza a ver los perros de otras personas pasear al rededor de nosotros, no supiste besarme con los ojos cerrados convirtiendo una realidad en sueño, no supiste contarme tus secretos más ocultos que te hacen imperfectamente auténtico y que te obligan a cambiar constantemente.No supimos animarnos a querernos de la misma forma, no nos bastó el intentar. No me animé  a gritarte con ternura para que comprendas a mi corazón desarmado por tu culpa, no me animé a llevarte a esos lugares en donde va la gente que actúa que es feliz pero está  cargada de problemas que intenta ocultar mostrándose contenta.  No sabía cómo explicarte que me ponía nerviosa el decirte tantas cosas y que no fueras capaz de responderme una de todas esas... Comprendo que me queres lejos pero cerca, como yo que te quiero mío pero lejos, que te quiero conmigo pero me quiero sola... Me quiero libre pero abrazada, me quiero feliz pero no engañada, me quiero quieta pero alborotada,  me quiero amada pero sin "peros"... pero no puedo porque te me vas cada vez que yo intento quererte como hay que quererte a vos, con una locura adecuada no tan distante ni tan pegada, una de esas que te mueven los pies por el temblar del piso pero que podes mantenerte parado.


Chari Ahumada.