miércoles, 30 de diciembre de 2015

Mi dulce castigo


Existen sentimientos incontrolables, esos que nos manejan sin dejarnos a nosotros decidir, y nuestros pensamientos tan débiles sin poder, se transforman a través de ellos. Por eso yo te pensaba tanto,  todo el tiempo... Habiendo tantas cosas en que pensar, yo elegía tu nombre, o quizá no era una elección sino mi única opción, tu nombre vivía en mi. Era lindo pensarte por momentos, pero a veces llegaba a un punto que me lastimaba la cabeza de tanto vos en mi, o tal vez el corazón. Me costaba admitir que me gustabas, que aunque yo no quería quererte te quería, que aunque no me gustaba que me gustes me gustabas, y que aunque me enojaba ponerme nerviosa cuando te tenía cerca, eras más lindo cuando estabas ahí a mi lado, cuando sin darte cuenta sonriendo me hacias sonreír.

Te miraba y había algo en vos que no me permitía dejar de hacerlo, sigo buscando un adjetivo  que me alcance, pero ninguno me basta, no para lo que sos. Te me metiste tanto en la piel, que todo lo que me rodea me obliga a relacionarlo con vos, las cosas son tan de nadie que se transforman en tuyas y mías, y todo mi alrededor está hecho de pedacitos de vos, de tu historia, tus cielos, tu vida. Y cuando alguien te menciona me aplasta una ola de frío poniéndome la piel de puntas, acelerandome el corazón, haciéndome frágil.Este amor tan inexistente me hace vulnerable, marchitando mi ser con tu nombre. 
Vos estás tan allá en tu camino y yo estoy tan acá en el mio, tenemos destinos distintos,  lejanos,  sos tan hermoso como imposible. Pero yo soy perseverante y si estamos destinados a no ser,  voy a hacer que seamos,  y si nuestros caminos no se van a cruzar nunca yo voy a hacer un puente que te lleve a mi, o a mi a vos,  o que en él  podamos encontrarnos de vez en cuando, para seguir siendo siempre eso que nunca fuimos.

Chari Ahumada.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Quizá eso sea el amor

Yo te miraba, nervioso, inestable, agrandado, un poco insoportable, pero a mi me gustaba esa idiotez indiferente que tenías con el mundo, ese egocentrismo histérico que me llamaba a acercarme a vos. Me mirabas de reojo pero yo igual seguía inmovil, sin pestañar, sin dejar de imaginarme lo que podría pasar si tuviera el coraje de hablarte o si tuvieras un mínimo grado de simpatía como para acercarte. Me mirabas sin intenciones de venir hacia mi, Parecías arrogante, lo que yo nunca hubiera querido, ni lo que me hubiera atraído,  pero en todo eso que me aterraba tenías algo que me gustaba, que me espantaba y me derretía. No esperaba que me mires fijamente, estaba claro que eras débil,  pero de todas formas yo te observaba, y vos ahí entre todos con aires de superioridad .Realmente quería matarte o matarnos de amor.  Tal vez eras tan distinto a mi, dos polos contrarios, opuestos que quizá llegarían a complementarse. Se notaba desde acá  que eras agrío,amargo, un limón fulminante... pero para mi bañado en chocolate. Me autoconvencí de que había nacido para desobedecer, entonces me desobedecí a mi misma, rompí mis reglas y paso a paso fui acercándome a vos, tal vez eras un arma de fuego que me iba a disparar y moriría antes de que pueda alcanzarte pero prefería correr ese riesgo. Notaste que vos eras el destino de mis pasos y yo noté tu cara de "ganador", tus aires de importancia me causaron ternura. Mientras me acercaba mi cerebro procesaba todas las alternativas posibles de excusas aceptables para sacarte un tema de conversación, algo que te diera revancha. me sentía infantil y fuerte a la vez, estaba siendo incoherente,  y valiente, demasiado ilógica  y un poco caprichosa pero el desafío me divertía.  Entre tanta música y tanta gente llegué  a vos, ya había estudiado uno por uno todos tus movimientos, tus expresiones,  tus gestos, ibas a perder el juego.Te adelantaste a mis hechos y te paraste enfrente mío, te miré me miraste, por un segundo nuestras miradas conversaron. Vos y yo eramos ese encuentro, ni más  ni menos. Me ganaste y me tiraste una frase desafiante. No mi amor, no iba a caer en tus redes. Me dijiste tu nombre,  me pareció demasiado dulce para lo que vos eras. Nuestras bocas empezaron a bombardearse  con palabras que querían guerra y no una conversación, claramente nos estábamos entendiendo. Me invitaste a bailar, te dije que no mientras hacia lo opuesto,  la canción nos movía, vos me hacías una sonrisita de picardia que me caía mal pero un poco me enloquecía. No iba a caer en tu tentación, no ibas a flecharme tan fácilmente, dabas truco y yo retruqueaba tu juego. Mi corazón se aceleraba pero yo mantenía la calma, no iba a permitirme mostrarte lo que me estabas causando. Me pediste que te acompañe a fumar un cigarrillo, pensé en que era la peor excusa, patética pero útil. Salimos y la luna brillaba compitiendo con tu sonrisa. La música era un fondo agradable que mal acompañaba la situación. Charlamos de nuestros pasados, nuestros presentes y nuestros posibles futuros. Me fijé en tus manos que eran tan frías como tu mirada, eran de esas manos que inspiran a ser agarradas fuertemente y te provocan dolor.Siempre tuve la rara costumbre de fijarme en la manos de las personas, no me preguntes por qué te dije, te reÍste,  nos reímos los dos.
Vos querías robarme un beso,  yo quería robarte el corazón,  ni vos estabas dispuesto a  quererme ni yo estaba dispuesta a sufrir por vos. Pensé en que podiamos llegar a odiarnos con amor, o a amarnos con odio... o simplemente ninguna de las dos.La noche seguía ahí arriba, y nosotros ahí abajo, los dos tan solos pero unidos por un cielo en común .  Fueron volando las horas y con la luna lo nuestro se extinguió, nos prometimos todos los soles pero sólo nos dimos estrellas. Todo eso había sido para mi una secuencia de cosas hermosas; vos, yo y la luna perfecta combinación. Con mezcla de maldad y total impunidad me abrazaste, yo te acaricie arrepintiendome y después cada uno se fue sabiendo que íbamos a volvernos a ver. te pensé antes de dormir preguntándome hasta cuando te seguiré pensando.


Chari Ahumada





martes, 1 de diciembre de 2015

Hechiceros de mi alma


Más  que en el amor a una persona pienso en el amor a la música. Esa música que desde hace tantos años la escucho y es la única que me llena el alma, ese rock nacional que todavía lo prefiero más que a cualquier otra cosa.

Reinaba en el  ambiente la locura mientras todos esperábamos que empiece, con una ansiedad impotente y alegre que sólo los que disfrutamos del rock sabemos sentir, locos por volverlos a ver.
Palpitábamos la emoción  y en eso salieron a brillar, Piti y su micrófono, Fer y su guitarra, Bochi y sus anteojos infaltables, Santi con el bajo en sus manos, Juan, Joel, Ale todos ahí empezando a tocar, todo eso era para mi un conjunto de cosas hermosas, lo disfrutaba. Ellos le caían bien a todos mis sentidos y yo extasiada. 
Y ahí estaba Piti, mi querido Piti con su voz, moviéndose por todo el escenario brillando en espontaneo, bailando y cantando. Ligero y más liviano sin su barba y con una cara como diría Charly, con una superficie mucho más acariciable. En tanto todos nosotros contemplando con alabanza y soñando con que no se termine nunca. Juan Germán cantaba y bailaba con fuerza, locura y libertad,  colmándonos el alma con su voz.
Y allá  arriba también Bochi, Fer y Santi moviendo sus dedos en la guitarra y el bajo, Ale siguiéndolos con el teclado al compás con Juan que golpeaba la batería con un estilo fenomenal, para hacer sonar con Joel esa melodía inigualable, creando el arte, ese arte sano, ese arte que sana. Los artesanos del mejor arte, el de la música.
Y nosotros en el pogo saltando como peces en blanco y negro, cambiando de colores de la felicidad, eufóricos del momento, de verlos, de sentirlos tan cerca pero a la vez tan lejos.. y querer llegar más y más adelante para ver al señor Fernández en la punta de nuestras narices cantar y sonreír. Porque les cuento que a mi nunca nadie me sonrío así, porque Piti te mira y con picardía te guiña un ojo derritiendote y haciéndote un poquito más feliz de lo que ya sos en ese instante.
Todo lo que era el show, ellos para nosotros, nosotros para ellos, ellos entre nosotros y nosotros ante ellos. Brillaban, y yo los miraba, y también a la gente viendo como los disfrutaban, como los gozaban, mientras ellos nos miraban y nos regalaban el mejor de los regalos.
El público, la guitarra, la batería, el teclado, el saxo y la voz inigualable de Piti Fernández, todo se unía en un mismo punto, todas esas cosas independientes pero al mismo tiempo tan dependientes entre ellas, se unían, y haciendo el amor formaban canciones. 
Cantando y bailando, uniéndonos todos por una misma pasión, formando al mismo tiempo entre todos a Las Pastillas del Abuelo, que eran ellos, y nosotros en ellos, y ellos en nosotros.
Fue una noche fugaz que terminó mucho más rápido de lo que hubiéramos querido pero que la disfrutamos más de lo que nos podríamos haber imaginado. Terminó el show, y seguíamos todavía hundidos en ese sueño profundo, era un sueño hecho realidad, era una realidad hecha sueño.. Esas realidades que parecen sueños porque pasan como toda realidad pero terminan como todo sueño. Pero lo bueno era que podemos seguir soñándolas cuando terminan, entonces somos felices una vez más..
Convencida de que iba a volverlos a ver, me fui tranquila y satisfecha, con mi trofeo de la noche en las manos, una púa de Fer, una reliquia más para mi, que junto a la púa de Bochi ocupan un altar en mi pared, me iba pensando en la voz de Piti que sé que nunca, ni aunque pierda la memoria se me va a olvidar.
Después, Llegué puse el CD y paradojicamente me dormí repitiendo el sueño una vez más. Siendo feliz una vez más, sintiendo una crisis que me daba un desafío, porque sin crisis no hay desafío y sin desafío no hay Pastillas del Abuelo y sin Pastillas del Abuelo no existiría la 20, la 20 que explota. Gracias pastillas y gracias diosa bonita música de la transformación!

Chari Ahumada.