Caminábamos y reíamos como dos personas libres que se eligen porque sí, la sensación de la primavera dentro de uno, como si floreciéramos juntos en cada paso que dábamos por esa calle perdida de Buenos Aires. El cielo colmaba de estrellas pero el frío ardía la piel. El amor latente en el aire a nuestro alrededor nos refugiaba, como si los dos juntos nos encendiéramos, como luces, como fuegos artificiales.
Su perfume acariciaba sigilosamente sin querer mi alma, yo pensaba despacio en las cosas que tenía que evitar hacer, mi exceso de entusiasmo por la vida algunas veces me arruinaba.
Éramos de esas cosas que estaban destinadas a no ser, a seguir caminos paralelos sin puentes que los unan, caminos que no se rozan, que no se chocan. Caminos destinados a nunca encontrarse. La vida tendía a separarnos minuciosamente, pero ambos insistíamos en que el amor entre nosotros podía ser.
Parecíamos dos piezas sueltas en un mar de elementos perdidos, de un naufragio de incertidumbre, dos piezas que jamás iban a encajar, no por no ser del mismo rompecabezas sino simplemente por nunca intentar ser unidas.
Mi corazón se aceleraba como un tornado, y mi cerebro a toda marcha ponía en mi, miles de pensamientos de todas las posibilidades existentes a suceder después de ese instante de plena felicidad. Porque así de tristes somos a veces los seres humanos, le tenemos miedo a la felicidad, acostumbrados a los constantes fracasos cotidianos.
Me miraba, me sonreía y seguía caminando dando pasos acelerados, yendo rápido hacia ninguna parte.
El desafío era entendernos, lo que nunca jamás habíamos logrado. Estar ahí juntos ya era una especie de milagro.
Quizás los amores más fugaces son los que duran una eternidad, son los que nos quedan marcados en la piel para siempre. No por por ser buenos ni malos, simplemente por ser únicos.
Quizás los amores más fugaces son los que duran una eternidad, son los que nos quedan marcados en la piel para siempre. No por por ser buenos ni malos, simplemente por ser únicos.
Lo que parecía increíble se evaporó en el aire, a veces hasta lo más solido se desvanece.
No importa cuánto quieras algo, si no es para vos el mundo se encarga de demostrártelo. Entendí que se puede soñar por años y ser feliz tan solo por un día. El amor es todo lo que dejamos en el corazón del otro, aunque eso nos provoque dolor. Aunque el encuentro para dejar marca sea fugaz.
Nosotros fuimos fugaces.
Pero fuimos, por un rato, para siempre.
Pero fuimos, por un rato, para siempre.
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