miércoles, 17 de octubre de 2018

Moralista, Horacio...

Pero el amor, esa palabra... Temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa.. Hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. querés un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. 

Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras,  y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.  Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.  Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos. 

martes, 16 de octubre de 2018

Mi Primavera

El sol de pleno septiembre, los lapachos,
el perfume de los naranjos cuando caminás por la vereda, el calor, el viento y la alergia. El dolor de los problemas, el estrés de las responsabilidades, la angustia de lo inmanejable...
El mundo es maravilloso, tanto que nos pasamos la vida tratando de comprenderlo... Desde la existencia misma hasta el por qué de los colores.
Las leyes de la naturaleza... La química, la física, la biología, la matemática..Todo me asombra.
Todo nos asombra, nos causa dudas, misterios, preguntas.. Ansiedad del no saber, del no entender, del querer y no poder.
La pregunta de "Por qué me pasa esto a mi?" eternamente sin respuesta..
Entre tanto misterio, este no era un septiembre como los anteriores, algo en el aire corría diferente.
Y el milagro de la vida se desgastaba cuando el cielo no brillaba como siempre.. Sus ojos celestes.
La medida del dolor es proporcional a la medida de amor que sentimos por alguien, cuanto más amamos, más sufrimos.. Cualquiera sea el motivo que nos provoca ese dolor.
Para ser completamente feliz se necesitan demasiadas cosas en equilibrio y siempre quedan algunas tambaleándose..  Tantas cosas pasean por nuestras pobres cabezas desesperadas y en una abrir y cerrar de ojos, todo cambia.
Para bien o para mal, cambia... y en este septiembre algo cambió para siempre..
Amaba las flores, su jardín, el palo borracho y su algodón, el rosa y el blanco, el té con miel, las cosas dulces, el verano.. Amaba el chocolate y los libros. Y su estación preferida era la primavera.
Brillaba en todos lados, siempre radiante y elegante, su delicadeza la abrazaba eternamente.
Pero esta primavera no sería la más linda de todas, por algún motivo ese día el resplandor del sol no brillaba con su misma intensidad.. Ese 21 de septiembre Dios quiso tener con él la flor más linda de la tierra, mi primavera...
Un pedazo del corazón se apagó junto con su partida,  la vida quedó con su perfume pero sin su piel. Quedó su nombre para siempre pero sin su mirada. Y con ella se llevó todas las lágrimas. Pero nuestra flor no se había marchitado, tan solo el viento la llevó a ver el amanecer desde su mismo cielo. Nos la arrancó, pero sé muy bien que algún día nos volveremos a encontrar volando entre las nubes. Con esos ojos celestes, con esa risa, con ese abrazo... Por eso prefiero decir hasta pronto y no adiós para siempre.
Imagen : Cuadro "La Primavera" Botticelli.


Q.E.P.D Abuela Mary.