No podía, no quería entenderlo... No paraba de sentirlo y le asustaba... No sabía qué era... Le invadía la negación en la máxima expresión de la palabra. Lloraba sin saber por qué y sin intención de saberlo, reía y se olvidaba, volvía el recuerdo y se desvanecía sobre su propia sombra, sobre su propio infierno. Sin más cielos para volar, sin más mares para naufragar, sintiéndose pérdida, sin poder distinguir el camino de bajo de sus pies... Pensaba que tal vez un signo de libertad era sentarse a ver pasar la vida desde donde más nos guste, desde donde nuestros ojos más lindo vieran el mundo. Pensaba en que estamos tan llenos de ganas de vivir que no nos damos cuenta de hacerlo, y tenía tantas preguntas sin respuestas que lloraba dejando morir sus lágrimas en un abismo sin fin.
"La vida no es más que una sensación", pensaba mientras sentía una mezcla de dolor con felicidad, esa combinación de emociones que a muchos les pasa cuando las dudas lo atormentan... No es culpa de nadie no saber qué hacer, no es culpa de nadie no entender nada... Pero que feo es no entender. Pero que feo es perderse y no encontrarse, y sin querer no parar de auto-inventarse, queriendo ser algo que no es, pretendiendo cambiar.. Y seguir siendo lo que no somos pero deseando lo que nos gustaría llegar a ser... Porque a veces somos el sueño de lo que no pasa, la emoción del anhelo inalcanzable, lo que algún día quizá, podría pasar. Pero la sensación de la vida, la sensación de vivir nos agota y nos frena, y en vez de avanzar retrocedemos y en vez de movernos nos paralizamos, y nos vamos arruinando por dentro, de adentro para afuera hasta poco a poco convertirnos en luz, y entonces la vida es una sensación constantemente del querer ser y no del somos.
Humana sensación de vivir, confundido, atrapado, enredado.. Queriendo salir sin darnos cuenta que ya estamos afuera. contradictorios y patéticos, pero esa es la sensación.
Chari Ahumada.-